sábado, 18 de noviembre de 2017

OCTUBRE 2017

Posiblemente debe haber alguna razón psicológica que desconozco para explicar el gran bloqueo creativo que me invade estos últimos tiempos. El artista está siempre atento a cualquier señal externa o interna que le motive a crear un objeto artístico, ya sea un cuadro, un poema, un libro, una canción o una película. El alimento del artista se basa fundamentalmente en eso: recoger y captar ideas y metabolizarlas para construir lo que llamamos “obra”. Estos últimos meses han sido intensos desde muchos puntos de vista. Emocionalmente intensísimos y turbulentos para mí país. También para mí. Sentimientos de rabia, ilusión, emoción y el sueño más puro se han apoderado de mí día y noche, y han invadido mi universo más íntimo y cotidiano. Pero, curiosamente, esta inmensa fuente de inspiración me ha conducido a un interminable desierto creativo que me desespera y me inquieta profundamente, y me siento bordeando una cierta depresión que deseo temporal. Mi vida es escribir y cantar, no sé hacer otra cosa. He visto, paseando por las calles, muchos ojos iluminados por el sueño y la esperanza, muchas lágrimas de alegría y también mucho miedo e incertidumbre. El orgullo de la pertenencia a un territorio, a una lengua, a una estética, a una manera de vivir, es quizá la lección magistral más grande que me ha dado la vida últimamente. Sentirse parte de algo, más allá de banderas e himnos, esta comunión compartida en la calle con personas desconocidas y anónimas, ha sido el triunfo más grande. Quizá este sueño se disolverá como se disuelven las nieves tempranas que, silenciosa y discretamente, esponjan la tierra y la hacen más fértil. Pero ELLOS, los intolerantes, los que se creen poseedores de la verdad absoluta, los que creen que la fuerza es la única arma que nos puede destruir, no entenderán nunca que las raíces de este sueño cada día son más profundas en esta tierra que heredarán nuestros hijos y nietos. Tarde o temprano volveré a escribir y a cantar. De hecho, ya lo estoy haciendo, aunque sea en legítima defensa. Pido a todos los creadores que continúen trabajando por la cultura, que saquen fuerzas de la nada, como lo hago yo ahora en la negrura de la noche barcelonesa, desde la convicción de sentirme útil a mí mismo y a mi gente. Sentirse útil, esa es la clave.

(Joan Isaac, 17-11-2017)

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