Cómo
me hubiese gustado pasar la última noche contigo en esta celda angustiosa y
estrecha que ahora piso, y hablar de la vida y de la muerte y de los sueños
conseguidos y de los que te quedaban por cumplir. Jugar contigo la última
partida de ajedrez y dejarme ganar sabiéndome ganador, y vaciar juntos aquella
última botella de vino de dudosa calidad. Arrancarte una sonrisa con algún
chiste malo y abrazarte el alma entre estas cuatro paredes llenas de escritos y
calendarios con los días tachados. Y al final, cuando se aproximara la hora,
invocar un hechizo de un libro secreto y ancestral para convertirte en un
pájaro blanco y verte salir volando por la ventana, seguir tu vuelo con la
mirada mientras te pierdes Entença abajo. ¡Cómo me hubiese gustado, Salvador…!
(Joan
Isaac, Junio 2017)
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