Curioseo
en un mercado de libro viejo, una mañana de domingo de primavera. He encontrado
una postal antigua de esta ciudad de los mil prodigios. Le quito el polvo con
los dedos y la acaricio con la mirada. Después miro a mi alrededor y me doy
cuenta que de aquel sueño ya no queda nada en pie. Sólo suciedad y ruido de
sirenas, y gente maleducada chafardeando en los mercados de los colores y los olores
deliciosos. Una traza del polvo de la postal se ha quedado entre mis dedos,
como un rastro de vida. Llevo en el bolsillo, dentro de un sobre, la belleza en
blanco y negro.
(Joan
Isaac, Mayo 2017)
No hay comentarios:
Publicar un comentario